Pan de muerto

¡Sorpresa!

No os esperábais una receta por Halloween ehh. Para seros sinceras nosotras tampoco la verdad, no teníamos nada previsto pero Claudia ha hecho esta receta ayer y quiso fotografiarla para compartirla con vosotr@s. Os dejo con ella y con la receta ;)

El pan de muerto es una receta típica mexicana que se realiza para el Día de Muertos (aquí en España el día de Todos los Santos).

Existen muchísimas recetas de pan de muerto, con resultados diferentes, algunas más dulces y otras más parecidas al pan convencional. Incluso he visto algunas recetas en las que bañan el pan en chocolate o añaden rellenos de crema.

En este caso obtenemos un bollo dulce, de masa suave y esponjosa, ideal para darse un capricho a la hora del desayuno o merendar.

Ingredientes:

4 huevos + 1 yema de huevo (a temperatura ambiente)

500 grs de harina separada en: 150 grs por un lado y 350 grs por otro.

15 grs de levadura fresca o 7 grs de levadura seca de panadería

95 grs de azúcar

175 ml de leche tibia

100 grs de mantequilla (a temperatura ambiente)

Una pizca de sal

Opcional: ralladura de limón, o ralladura de naranja, o una cucharadita de esencia de vainilla o agua de azahar.

Para decorar:

Mantequilla derretida

Azúcar

Canela (opcional)

Preparación:

Empezamos preparando el poolish o prefermento.

En un cuenco añadimos los 150 grs de harina, la leche tibia, la levadura y una cucharada de azúcar que restamos de los 95 grs totales.

Mezclamos muy bien estos ingredientes hasta obtener una masa homogénea y dejamos reposar hasta que doble su tamaño (yo necesité 30 minutos, dependerá de la temperatura ambiente, en lugares cálidos leudará más deprisa).

Una vez que el poolish haya doblado su tamaño, lo añadimos al vaso de la amasadora, en el que colocaremos el gancho de amasar (también podemos utilizar una batidora de varillas con ganchos de amasar o una panificadora. También se puede hacer a mano, aunque nos llevará más tiempo y trabajo).

Ponemos en marcha la amasadora y añadimos uno a uno los huevos y la yema, esperando a que se vayan integrando antes de añadir el siguiente.

Agregamos, si nos gusta la opción, la esencia de vainilla, la ralladura de limón o el aroma que hayamos elegido. Yo le añadí la ralladura de un limón y una cucharadita de esencia de vainilla.

Después, añadimos el azúcar poco a poco y los 350 grs de harina restantes, a cucharadas.

Cuando se haya integrado la harina, agregamos la pizca de sal y luego la mantequilla a temperatura ambiente que habremos cortado en dados para que vaya incorporándose poco a poco a la masa.

Untamos un cuenco grande con un poco de aceite de girasol y colocamos la masa obtenida dentro.

Tapamos la parte superior del cuenco con papel film de manera que no quede ningún hueco por donde pueda pasar el aire, para que la masa no se seque.

Dejamos reposar dos horas.

Enharinamos una superficie de trabajo limpia y volcamos la masa sobre ella.

Amasamos un poco para quitar el exceso de aire y compactar un poco la masa.

Yo tuve que añadir harina hasta que la masa dejó de resultar pegajosa para poder trabajarla mejor.

En este punto podemos decidir de qué tamaño hacer los panes.

Salen 4 panes grandes u 8 panes pequeños.

En mi caso, para probar distintos resultados, hice 2 grandes y 4 pequeños.

Separé la masa en 4, y dos de esos 4 trozos en dos partes, obteniendo dos masas grandes y 4 más pequeñas.

De cada una de estas masas, separamos 1/3, para realizar las decoraciones que colocaremos en la parte superior de cada pan.

Con las masas restantes formamos los panes en forma redonda y los colocamos sobre una bandeja de horno en la que habremos colocado una hoja de papel para hornear.

Con una pequeña parte de cada trozo de masa que hayamos separado de cada panecillo, formamos dos churros y una bolita.

Hacemos rodar cada churro sobre la superficie de trabajo, aplastando la parte central con tres dedos separados, hasta darle una forma parecida a la de una tira de salchichas. 

Cada uno de estos churritos serán los "huesos" de nuestros panes.

Pincelamos con agua la parte central de los panecillos, eso hará que nuestros churros se adhieran a la masa y no se muevan de su sitio durante el horneado.

Colocamos los "huesos" formando una cruz en el centro de los panecillos y los coronamos con la bolita de masa que habíamos realizado anteriormente.

Colocamos la bandeja con los panes en el horno apagado y dejamos reposar una hora.

Pasado este tiempo, horneamos en horno precalentado a 180º con calor arriba y abajo, durante 25 minutos. Ya sabéis que cada horno es un mundo y nunca está de más comprobar la cocción por si necesitamos unos minutos más o menos.

Probablemente los panecillos más pequeños necesiten unos minutos menos, así que es importante vigilar el horno.

Una vez que tenemos nuestros panecillos listos, los dejamos entibiar y a continuación derretimos un poco de mantequilla y pincelamos cada uno de ellos por toda la superficie.

Después, espolvoreamos con azúcar hasta cubrirlos completamente.

Consejos:

- En la receta original espolvoreaban los panecillos con una mezcla de azúcar y canela. Como a mi marido no le gusta mucho la canela, yo omití ese ingrediente, pero si sois amantes de esta especia no dudéis en añadirla, le dará un toque genial.

- Estos panes están riquísimos en el día. Al día siguiente pierden un poco, pero podéis conservarlos en una bolsa de plástico bien cerrada para que no se sequen y seguirán estando riquísimos acompañados por un buen café o chocolate caliente.

- Podéis rellenarlos con alguna crema o con nata, quedan deliciosos y eso hará que se conserven más jugosos de un día para otro.

- Son ideales también para rellenos salados, el contraste con la masa dulce le da un toque muy rico.

Sabemos que hemos publicado la receta con muy poco tiempo de antelación por si alguien la quiere hacer pero esperamos que os haya gustado.

Un besito y ¡feliz día!