Bossche Bollen

¡Hola!

Un día 10 más publicamos el reto Reposteros por Europa que organiza Pili del blog Tothom a la cuina.

He de decir que he aprendido mucho y me he divertido mucho participando en este reto pero, que por causa de tiempo, voy a tener que dejarlo apartado un tiempo.

Quiero organizarme bien y estar participando en varios retos no me deja desarrollar bien todos los temas del blog. He decidido abandonar este reto y no otros por el hecho de ser el último al que me he sumado.

Seguiré visitando los blogs de mis compañeras que seguro nos sorprenderán con todas sus recetas.

Agradecerles el cariño el cariño y los comentarios que siempre me dejan. No es un adiós es un hasta luego y si en un futuro puedo retomarlo, no dudéis ni un minuto en que lo haré.

Ahora os dejo con Claudia, que será ella la que despedirá este reto con una deliciosa receta.

El Bossche Bollen es un dulce holandés cuya elaboración se acerca mucho a los petit choux y profiteroles. Deben su nombre a su ciudad de origen: 's-Hertogenbosch y la gran diferencia que encuentro entre estos pastelitos y los profiteroles es que, mientras los primeros suelen realizarse en un tamaño mini y servirse varios a la vez, el Bossche Bollen es una bola grande que se sirve individualmente, un mega profiterol relleno de nata fresca y recubierto con chocolate negro fundido de óptima calidad, una delicia, ideal para acompañarlo con un rico café o un té.

He realizado esta receta por primera vez para el reto y debo confesar que tuve que repetirla una segunda vez por un error que cometí durante el horneado, pero no os preocupéis, que aquí abajo os explico todo para que os salga perfecta.

Ingredientes (para unos 6 Bossche Bollen grandes)

150 ml de agua

60 grs de mantequilla

45 grs de harina

una pizca de sal

2 huevos

Una tableta de chocolate negro postres Lindt

Nata montada azucarada (si es fresca mucho mejor)

Preparación:

En un cazo llevamos a ebullición el agua con la mantequilla. Una vez que el agua se ponga a hervir, retiramos del fuego, removemos hasta que la mantequilla esté perfectamente derretida y volcamos la harina junto con la pizca de sal en el cazo, de golpe.

Removemos con una cuchara de madera hasta que los ingredientes formen una bola y dejamos entibiar hasta que la masa no queme cuando la toquemos con los dedos.

Cuando la masa haya entibiado, vamos añadiendo los huevos, uno a uno, seguimos removiendo con la cuchara de madera y no añadimos el segundo hasta que el primero esté perfectamente integrado en la masa.  Al principio da la sensación de que es como el agua con el aceite, que no se integrarán nunca! Pero basta insistir un poco para que se acaben mezclando.

Precalentamos el horno a 200º con calor arriba y abajo y forramos una bandeja de horno con papel sulfurizado o un tapete de silicona.

Introducimos nuestra masa en una manga pastelera con boquilla redonda ancha y formamos 6 montoncitos (separados entre sí, la masa crece mucho al hornear) lo más redondos posible sobre la bandeja forrada de papel de horno. Si queda algún pico en la parte superior de nuestros montoncitos, podemos redondearlo mojándonos los dedos en agua y modelandolo ligeramente para que al subir nos quede lo más redondo posible.

La receta original indicaba que debían hornearse a 200º durante unos 20 minutos, ahí es donde cometí el error la primera vez.

Los bollitos deben estar dorados, de lo contrario al sacarlos del horno se bajan y se quedan aplastados, lo cual imposibilita que los rellenemos. Hay que darles el tiempo suficiente para que la parte exterior se quede más bien tostada para que no se nos desinflen.

Os recomiendo que, ante la duda, los dejéis más tostados que "crudos"  y que no abráis el horno de golpe para sacarlos. En la segunda ocasión, los dejé más tiempo, apagué el horno y abrí un poco la puerta para que la temperatura fuera regulándose poco a poco y al cabo de algunos minutos los saqué. ¡Quedaron perfectos!

Mientras los dejamos enfriar sobre una rejilla, fundimos la tableta de chocolate en el microondas o al baño maría.

Cuando los bollitos estén fríos, les hacemos un agujerito en la parte de abajo con la punta de un cuchillo, con cuidado para que no se nos rompan, y los rellenamos de nata sirviéndonos de una manga pastelera con boquilla fina.

A continuación los bañamos en el chocolate fundido y los dejamos enfriar en la nevera hasta que el chocolate se haya vuelto a endurecer.

Se pueden congelar sin problemas con o sin baño de chocolate, para tener siempre una merienda resultona para visitas inesperadas, basta con sacarlos del congelador unos minutos antes de servirlos ;-)

Espero que os haya gustado la receta. Dejarle un comentario a Claudia, que le hará ilusión leeros.

Un besito y ¡feliz día!